El comisario Valdés lloró al defenderse y acusó de mentirosa a su compañera

El funcionario aseguró que la causa en su contra fue "armada" y dijo entre lágrimas: "No tendría que estar con vida".

El uniformado aseguró que trató de proteger a su compañera frente al ataque. (Juan José García)
El uniformado aseguró que trató de proteger a su compañera frente al ataque. (Juan José García)

A punto de que se cerraran las puertas de la camioneta en la que llegó a los Tribunales de Villa Constitución, Mariano Valdés advirtió que la causa en la que fue imputado está "armada". La frase fue la última que se le escuchó este martes en su primera chance pública de defenderse como detenido por el supuesto encubrimiento de un tiroteo en la autopista Rosario-Buenos Aires.

Así como ignoró la pericia que sugiere que se disparó en la pierna el lunes 9 de septiembre, el ex jefe de la Policía Federal en la ciudad de Santa Fe ratificó todo lo que le había dicho a la Justicia antes de pasar de víctima a acusado. Con el ceño fruncido y sin titubear, aseguró que su compañera Roxana González dijo una "mentira falaz" cuando afirmó que él se bajó del auto aquella noche en la banquina y protagonizó una discusión que escaló hasta convertirse en un enfrentamiento.

"No tendría que estar con vida", exclamó preso de la angustia por unos segundos frente a la jueza Marisol Usandizaga. De esta forma revivió su sensación frente a la herida que tenía en la ingle -según él- tras ser emboscado de forma repentina dentro del Ford Focus a la vera de la ruta. Insistió en que pudo tratarse de un robo al voleo, un plan del "crimen organizado" e incluso una revancha dentro de la fuerza por su designación en mayo. Al respecto, recordó: "Yo eché a 16 personas".

El tono desafiante que tuvo su voz contrastó con el llanto que se le escapó poco después de explicar por qué no llamó al 911 para dar cuenta del atentado. Dijo en este sentido que siguió al volante "para salvar a González" y que no hizo la denuncia porque no sabía si tenía "segundos o minutos de vida". El momento de quiebre en su reconstrucción fue el traslado desde la estación de servicio de Fighiera hasta el Hospital 50 de Arroyo Seco. Cuando le dijeron que tenía 7/4 de presión arterial, le pidió desesperado a un médico: "Subímela porque viajo".