Desde el fin de semana pasado, Rafaela ha comenzado a vivir una etapa inédita en su historia: una cuarentena como, quizás, no haya vivido hasta ahora, como consecuencia de la crisis generada por el COVID-19, más conocido como coronavirus. Y desde este jueves, ya con una emergencia sanitaria declarada por el Concejo Municipal, por 60 días y prorrogable por un período similar. Y al coronavirus, hay que sumarle el dengue: en Rafaela, hay 137 casos. Al igual que Villa Trinidad, tiene circulación activa. Una combinación que está lejos de ser perfecta.
Con el correr de los días, por diferentes medidas municipales, provinciales y nacionales, se fueron limitando las actividades públicas. Todas conducían -y lo siguen haciendo- al mismo objetivo: el aislamiento social, para prevenir la enfermedad.
Por estas horas, al aguardo de lo que sería el anuncio de una cuarentena obligatoria para todo el país, se podía observar a la ciudad con muchísimo menos movimiento. En primer lugar, porque los niños no tienen que concurrir a las escuelas. Pero también porque a nivel municipal se ha restringido completamente en las escuelas deportivas, de artes (como danza, pintura, música o teatro) e idiomas. Los chicos deben estar en casa. Sin embargo, muchos de ellos aprovechaban las horas libres para jugar en la calle o en las plazas. Eso no está bien.
Al igual que en el resto de la provincia, desde este jueves, los docentes ya no concurren a los establecimientos educativos. Igualmente, quedan abiertas las escuelas, a cargo del personal directivo. Los alumnos han recibo tareas para realizar en sus hogares, ya sea que los padres las han buscado en los mismos establecimientos educativos, plataformas virtuales y redes sociales como Facebook o Whatsapp.
Los comercios de la ciudad redujeron notablemente su actividad. Sumada a la profunda crisis económica, es casi nula. En aquellos en donde se sumaba público (como farmacias o supermercados, en donde advierten que no hay alcohol en gel ni líquido), se limitó el ingreso de personas. Lo mismo sucede en las oficinas públicas. Algunos trámites, como la licencia de conducir o el reempadronamiento de proveedores municipales, se reprogramaron o se renovaron. Otros, como la moratoria, seguramente seguirá el mismo camino en los próximos días.
Esto también tiene implicancias económicas a quienes viven al día. "No hay un mango, jefe. Y hasta fin de mes va a estar así ¿No tenés 20 pesos?", comentó a Vía Rafaela uno de los lavacoches identificados con un chaleco.
Gimnasios, restaurantes, bares, comedores, peloteros y hasta las iglesias y templos han sido cerrados. Al menos, hasta el 31 de este mes. Lo mismo sucede con el transporte municipal de pasajeros.
Tanto el Municipio (Ejecutivo y Concejo) como algunas empresas han tomado la determinación de que algunos de sus empleados realicen "home office", para no concurrir a los lugares de trabajo.
Los supermercados han tomado algunas medidas extras: La Anónima ha puesto un horario en particular para la atención de adultos mayores. Pingüino, por ejemplo, ha dispuesto de cajas exclusivas para grupos de riesgo. También hay un acrílico que separa a los cajeros de los clientes. Ahora, potencian la venta por la web y han dispuesto más personal para preparar pedidos.
En la plaza y en la ciclovía hay menos gente. Pero se siguen realizando actividades deportivas. Los ciclistas siguen paseando por el Bv. Lehmann muy cerca unos de otros, y quienes caminan o corren (en pareja o grupos), lo hacen sin tomar la debida distancia prudencial.
A medida que uno se aleja del centro, las precauciones son cada vez menores. Más niños juegan en las calles, más sillas se sacan a las veredas, más mates compartidos. Información no falta: quizás haya una idea de "a mí no me va a pasar". Ya sea para dengue o coronavirus. Eso es peligroso. Muy peligroso.
Para prevenirse antes de la llegada del primer caso (en Rafaela hay 6 personas a las que se le han realizado el hisopado y se le suman otros dos en el departamento) hubo un encuentro con el sector privado de la salud. En el recuento, se supo que hay 28 camas en terapia intensiva y 22 respiradores. El número está lejos de ser óptimo para un total, como departamento, de unas 150.000 personas.
Rafaela ha empezado a recluirse. Pero no terminó de levantar la guardia. Debe hacerlo. Antes de que sea demasiado tarde.