La Navidad terminó a las piñas en Villa Blosset y prohíben otras fiestas

Iba a ser una fiesta familiar en Villa Blosset, uno de los barrios originarios de las orillas de Posadas sobre el Paraná. Pero en la mañana de Navidad finalizó a trompadas, pedradas, palazaos y botellazos.

La convocatoria vecinal se desbordó y ahora la Municipalidad de Posadas prohibió otra fiesta similar en Año Nuevo.

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Al lado de Villa Blosset, en inmediaciones de la antigua estación de trenes del Ferrocarril Urquiza, también está Villa Mola. Ahora bajo el agua de Yacyretá, quedan fantasmas de los barrios Heller y Chaquito, hoy tapados por el Cuarto Tramo de la Costanera.   

Los vecinos de Villa Blosset informaron que la convocatoria desbordó a la Comisión Vecinal. En la misma Nochebuena y madrugada de la Navidad, la Municipalidad prohibió seis fiestas clandestinas".

Tras los violentos incidentes del 25 a la madrugada que se originaron en la "juntada" espontánea de jóvenes en Villa Blosset como parte de los festejos de Navidad, la Municipalidad de Posadas prohibió toda nueva convocatoria, informó Misiones Online.

El encuentro del 25 a la madrugada tuvo un final a las trompadas, botellazos y corridas de jóvenes, que de milagro no fue una masacre, debido al gran número de participantes.

Se calcula que más de 2.000 jóvenes se reunieron para divertirse en Navidad. La tradicional fiesta de Villa Blosset fue solicitada por un vecino del barrio para un encuentro comunitario y familiar sin venta de bebidas alcohólicas.

Pero la convocatoria se potenció a través de las redes sociales por jóvenes que acudieron en forma masiva y desbordó en lugar, sin ningún tipo de control.

Estas juntadas de adolescentes de entre 15 y 25 años se han vuelto una costumbre. Se hacen los fines de semana en canchas de fútbol, clubes de barrio, salones de fiestas, lo que raye para reunir 200 o 300 personas.

Los chicos se pasan la data y cada grupo llega a la fiesta provisto de heladeritas en las que no faltan el Fernet, el vodka, ni los jugos o gaseosas con los que arman sus "tragos". Los organizadores cobran una entrada y vigilan que las bebidas no ingresen en envases de vidrio, por obvias razones de seguridad.