La casa del terror: las 10 aberraciones del instituto donde curas violaban chicos

Cada vez que declara una víctima del Próvolo salen a la luz detalles espantosos. 

Provolo
Provolo

El caso del Instituto Próvolo, en Mendoza, conmovió a la provincia y al país entero, y lo sigue haciendo cada vez que sale a la luz un nuevo detalle de las aberraciones que allí sucedían. Las perversiones presuntamente cometidas por curas y personal del colegio a niños hipoacúsicos erizan la piel.

Hasta el momento, la causa investiga la comisión de al menos 40 abusos sexuales y hechos de corrupción contra jóvenes menores de edad. Entre los acusados están los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho, la monja japonesa Kumiko Kosaka, el monaguillo Jorge Bordón y dos empleados administrativos.

Los abusos en el Instituto Próvolo no comenzaron en Mendoza, en su cede de Italia también hay denuncias. Corradi fue denunciado en Europa y removido. Así fue como llegó a Mendoza.

En una cámara oculta, el cura italiano Eligio Piccoli confirmó que las conductas abusivas en el Instituto Próvolo eran reiteradas. El religioso confesó que los sacerdotes sospechados eran enviados a la Argentina para evadir a la Justicia.

A continuación, las aberraciones más escalofriantes:

El pañal para contener el sangrado

Una de las denunciantes, que al momento de su declaración -en mayo de este año- tenía 17 años, dijo que fue abusada cuando tenía 5. Y que en ese momento, Kumiko le puso un pañal para contener el sangrado que le había provocado el desgarro por la violación. Y que la monja estaba al tanto de que eso era producto de un abuso.

Fetos en frascos

Una de las declaraciones más resientes ​sostiene que en el instituto hay un sótano en el que hay frascos con fetos.  Aseguran que a raíz de las violaciones, hubo varios embarazos que fueron abortados.

Nació un bebé, hoy huérfano

A principio de octubre murió una ex alumna del Próvolo de un ataque de epilepsia, antes de que pudiera declarar y luego de la prisión domiciliaria de Kumiko. La chica tenía 20 años y un hijo de 4. Luego de su muerte, su familia dijo que la joven siempre había dicho que el padre del niño era un conocido al que ya no veía. Pero que sus allegados estaban seguros que era producto de las violaciones ocurridas en el Próvolo. 

Les pegaban con palos

​Un vecino declaró que los curas les pegaban con palos a los chicos en la huerta. "Los chicos estaban agachados y les pegaban. Al menos 4 veces vi cómo pasaba eso", relató Leonardo Ghilardi. "La energía en el lugar siempre fue muy oscura", agregó. 

Los dejaban a fuera para 'amansarlo'

Una de las víctimas declaró que la monja Kumiko ​le pagaba, le doblaba los brazos hacia atrás y lo dejaba en el patrio durante la noche para "amansarlo" y que no hiciera berrinche cuando ella lo llevaba con los curas.

[En el video de arriba, la detención de Kumiko. Actualmente tiene prisión domiciliaria]

Los encadenaban para abusarlos 

La ​joven que declaró que le pusieron un pañal también dijo que en el instituto había un altillo con cadenas amuradas. Contó que cuando era una niña la encadenaron y la abusaron. En uno de los allanamientos se encontró el altillo y donde debían estar las cadenas, habían agujeros en las paredes. 

Pasadizos secretos

En junio, mediante un meticuloso procedimiento se detectó que los albergues de hombres y los de mujeres estaban unidos por puertas ventanas ocultas en los propios techos de la edificación.

Películas XXX y sexo oral entre niños

​Otras de las aberraciones ocurridas en el Próvolo, según las denuncias, es que los menores era obligados a ver películas XXX y a practicar sexo oral entre ellos, mientras los curas miraban. 

Cuerpo enterrado

Algunas de las víctimas ​coincidieron en que en el patio hay un cuerpo enterrado. Pertenecería a un estudiante del instituto. Sin embargo, hasta el momento, eso no ha podido ser comprobado porque se requieren unas máquinas especiales, que ya fueron pedidas a Gendarmería pero aún no han llegado. 

Víctimas meticulosamente elegidas

Según las declaraciones de los ex alumnos, las víctimas eran meticulosamente elegidas, tarea en la que colaboraba la monja Kumiko. La institución era para chicos hipoacúsicos, entonces preferían a los chicos cuyos padres no tenían esta discapacidad porque la comunicación entre la víctima y su familia era menos fluida que en los casos donde los chicos eran hijos de personas hipoacúsicas.

Antes de ser detenido, el cura Corbacho tenía una considerable actividad en Facebook. Curiosamente, en la mayoría de sus publicaciones habla de amor y da mensajes optimistas y de autoayuda.