Mística, tradición y fe se conjugan en la peregrinación al Santuario de Punta Corral, en Jujuy

Un interesante testimonio recogió VíaJujuy sobre la experiencia de subir a las montañas para honrar a la Virgen de Copacabana.

Una cruz, las montañas, el silencio, los peregrinos. Un encuentro con la fe, en las alturas de Punta Corral.
Una cruz, las montañas, el silencio, los peregrinos. Un encuentro con la fe, en las alturas de Punta Corral. Foto: Redacción Vía Jujuy

Alberto Castagnolo es un feligrés que con su ascenso de este jueves a las montañas de Tumbaya cumplirá 25 años como peregrino al santuario de la Virgen de Copacabana de Punta Corral, una advocación de la Virgen María que desde hace casi 190 años es venerada en Jujuy con una devoción cuyos ecos llegan a las provincias de la región e incluso países vecinos.

Entrevistado por VíaJujuy después de ofrecer un conversatorio en la capital San Salvador de Jujuy para difundir la manifestación de fe convertida también en profunda tradición, Castagnolo contó en primera persona lo que se vive en la peregrinación por escarpados senderos y abismos, que llega a trepar hasta los 4.000 metros sobre el nivel del mar.

Sumamente interesante resultó la presentación de Alberto Castagnolo en el salón principal del CAJA, en San Salvador de Jujuy.
Sumamente interesante resultó la presentación de Alberto Castagnolo en el salón principal del CAJA, en San Salvador de Jujuy. Foto: Redacción Vía Jujuy

“Existen cuatro caminos para llegar: por Tunalito, Tumbaya, Tilcara y Maimará, cada uno con sus propias distancias y desafíos”, dice en referencia a que los trayectos más cortos son de mayor dificultad para el caminante, que según su estado físico y el camino que elija puede demorar entre cinco y doce horas para llegar al santuario.

“No se trata de una carrera, sino de una peregrinación que requiere fe y determinación”, dice Alberto con claridad.

Este jueves partirá hacia el cerro, y repasando mentalmente lo que será su recorrido señala que habrá de comenzar con el ritual de “corpachar”, que consiste en “ofrecer (hojas de coca) o el alimento que uno lleva, a la tierra, ya que se transita un sendero que no nos pertenece”, sino que es de la propia Madre Tierra.

Esto se hace en el punto inicial de la travesía y “si al momento de corpachar uno recoge una piedra y se la guarda, la carga se hace mucho más liviana, al igual que el camino se hace más llano”.

Antes en el conversatorio había contado la anécdota de que en una ocasión, al momento de emprender el descenso se vio aquejado por un insoportable dolor de cabeza, que milagrosamente acabó cuando alguien le recordó que no había devuelto a la tierra la piedra que llevaba en su bolsillo. Lo hizo y el dolor menguó hasta desaparecer.

LOS MILAGROS DE PUNTA CORRAL

“Una vez, estaba en el descanso del segundo calvario. Todo era oscuridad y no había nadie a mi alrededor. Sentía que ya no podía más. Se me acercó una mujer y me alentó a seguir. Continué camino con ella mientras conversábamos, hasta que en un momento, sin darme cuenta ella ya no estaba”.

Se puede contar por miles relatos similares a lo que recuerda Castagnolo de esa noche de difícil caminata bajo las estrellas de la Quebrada de Humahuaca.

“Todos tenemos nuestro ángel que en esos momentos de fe y espiritualidad se hacen presentes para impulsarnos a llegar” hasta el abra de Punta Corral, dice absolutamente convencido.

Un multitudinario campamento que se renueva por horas en el abra de Punta Corral (izq.) y el peregrino, Alberto Castagnolo, en la meditación que inspira el imponente paisaje del lugar.
Un multitudinario campamento que se renueva por horas en el abra de Punta Corral (izq.) y el peregrino, Alberto Castagnolo, en la meditación que inspira el imponente paisaje del lugar. Foto: Redacción Vía Jujuy

De igual manera no son pocos los testimonios que desde hace casi doscientos años remiten a curaciones de enfermedades o dolencias a veces simples, otras complejas, y la resolución de problemas personales o familiares, en todos los casos generosas respuestas de la “Mamita del Cerro” a las promesas de los fieles que recurren a ella.

Sin ir más lejos, el propio Alberto Castagnolo fue “promesado” por su madre cuando tenía nueve meses de vida. Hoy le agradece a Nuestra Señora de Copacabana de Punta Corral el estar vivo, feliz y poder volver cada año a su santuario con familiares y amigos para expresarle su gratitud. Y como la historia se repite, también acude a la montaña para agradecer en nombre de su pequeño sobrino Eduardo, por quien le pidió años atrás cuando los médicos creían imposible que saliera de una incubadora.

Hoy, con sus nueve años, Edu -como lo nombra cariñosamente- ya sabe que la Virgen de Punta Corral intercedió por él.

“MIENTRAS LAS RODILLAS ME DEN, VOY A SEGUIR YENDO”

Este año Alberto Castagnolo celebra su vigesimoquinto aniversario como peregrino al santuario del abra de Punta Corral. “Deseaba realizar una muestra fotográfica para compartir mis vivencias”, -comenta- pero por “una cuestión de tiempos” no pudo concretarla, de manera que propuso un conversatorio en el Centro de Arte Joven Andino (CAJA) de la capital jujeña “antes de subir al santuario”.

Diplomado en Gestión Cultural, entre numerosas misiones que engrosan su historial laboral se destaca que fue secretario de Turismo y Cultura de Purmamarca. Reside en Maimará con su familia y asiduamente es requerido por los medios locales y porteños por su amplio conocimiento de la cultura, las tradiciones y la riqueza turística de esa zona de la Quebrada.

Una serie de recomendaciones para los caminantes también fueron compartidas por el orador y asistentes al conversatorio.
Una serie de recomendaciones para los caminantes también fueron compartidas por el orador y asistentes al conversatorio. Foto: Redacción Vía Jujuy

En el encuentro con el auditorio pudo “socializar la experiencia como peregrino, destacando los trayectos, los milagros y la valiosa compañía de otros peregrinos”, resumió complacido por la dinámica de la actividad en el CAJA, que incluyó el acompañamiento de una banda de sikuris que llegó desde Tumbaya.

“Mientras las rodillas me den, yo voy a seguir yendo”, afirma con una amplia sonrisa el entrevistado, invitando a todos a “subir con fe” al santuario, considerando en lo personal que “es un momento de penitencia y reconciliación, donde los valores y la comunidad se manifiestan en cada paso”, aseguró.

“LOS TRAYECTOS, LOS MILAGROS, LAS PERSONAS”

Volviendo a su experiencia como peregrino, el Castagnolo destacó “los trayectos, los milagros, las personas” que lo acompañaron en estos 25 años.

En ese sentido opinó que “hay que valorar a los puestos de alimentos que están bajo las inclemencias del tiempo durante cuatro días. Desde el jueves antes del Domingo de Ramos ya empiezan a subir los peregrinos a todas horas y ellos (los puesteros) están ahí siempre ofreciendo algo caliente y alentando al peregrino a seguir”, ponderó.

Esta valoración surge por cuanto además de vivir la experiencia como peregrino, también en varias oportunidades se ofreció para colaborar con los puestos de venta de comida: “Yo estuve en uno de esos puestos con Julia y Aldo -encargados del lugar- y ahí fue donde aprendí a valorar su rol. Desde la cosecha del choclo, preparar las porciones, dar en abundancia, convidar agua. Todo eso aprendí de ellos”, relata.

“Cada detalle en estos puestos deja una huella imborrable en la experiencia del peregrino”, resume, al tiempo que reitera que “al cumplir mis 25 años como peregrino” ofreciendo el conversatorio “quería socializar mis vivencias para acercar al que no fue y recordar junto al que lo vivió” al místico fenómeno de fe en las montañas de Jujuy.

CUANDO LA FE SUENA EN LAS CAÑAS: LAS BANDAS DE SIKURIS

El conversatorio fue ilustrado por el orador con diapositivas de sus diferentes vivencias, a lo que se agregó el sonido en vivo de una de bandas de sikuris que todos los años ascienden al santuario.

En diálogo con VíaJujuy, uno de los miembros de la banda de sikuris “San Francisco” comentó que “se requiere de ensayos y preparación durante todo el año para poder realizar la peregrinación con toda la banda”, esto en razón del extraordinario esfuerzo físico que implica ejecutar los instrumentos de viento y de percusión mientras la formación sube por los contornos de las montañas.

“Salimos desde Tumbaya y vamos turnándonos y descansando entre bombos, redoblantes, cañas y los diversos instrumentos que integran la banda”, describió el ejecutante, y con respecto a las melodías que entonan, explicó que “en todo el camino es un ritmo de marcha para alentar a los peregrinos a seguir y al llegar al santuario ya son entre huaynos y zambas, ya que es más de relajación y meditación”.

Un segundo de silencio en la entrevista hizo tácita la pregunta, con su consecuente y potente respuesta: “La fe es el motor que nos impulsa para poder llegar al santuario”, finalizó.

El grueso de la peregrinación al santuario de Punta Corral se realiza desde días antes del Domingo de Ramos. Este año las condiciones del tiempo hicieron temer una postergación por lluvias y tormentas, pero “por determinación de los esclavos y sirvientes de la Virgen se decidió que la misma baje (a Tumbaya) el día 24 de marzo, como estaba previsto desde el principio”, informaron voceros del área de Seguridad del Gobierno de Jujuy.