Laburos difíciles: correr, juntar lo que otros tiran y trepar

Franco Miranda se gana la vida juntando lo que el resto tira: es recolector de residuos y transita casi 50 kilómetros por día, una parte trotando y otra trepado al camión.

Franco disfruta de su trabajo aunque reconoce que es muy cansador y tiene algunas particularidades.
Franco disfruta de su trabajo aunque reconoce que es muy cansador y tiene algunas particularidades.

Por Fabricio Esperanza

Ya desde su definición, la basura arrastra toda su carga negativa: "Residuo inservible, todo material no deseado y del que se tiene intención de deshacer". Es decir, lo que nadie quiere, lo que está en desuso, lo que se tira.

Y como toda urbe, Córdoba es una usina generadora de basura, y quienes la caminamos cada jornada "fabricamos" durante todo el año pasado 750 mil toneladas. Es decir, un promedio de 60 mil por mes, lo que implica también que cada capitalino es el padre de un kilo y medio de desechos por día.

Semejante cantidad requiere de una aceitada logística de recolección y traslado, y un pequeño ejército de gente que corre por las calles y se trepa a los camiones compactadores.

Laburo difícil si los hay, el de recolector tiene, por donde se lo mire, aspectos que pocos pueden soportar.

Pero hay tipos como Franco Miranda, un cordobés de 26 años de Alto Alberdi (aunque aclara que es de Talleres), que a pesar de correr decenas de kilómetros y levantar bolsas así llueva, truene, haga frío o calor, le pone garra y dice que "las cosas son como uno se las toma".

–¿Y vos cómo las tomás?

–Le meto toda la onda que puedo, agradezco que tengo laburo y que puedo mantener a mi familia, y a lo demás hay que ponerle el pecho, amigo. ¿Sabés qué pasa? Yo soy un tipo feliz, y cuando sos feliz todo se hace más fácil. Hace 7 años que trabajo en esto, y te puedo decir que no lo cambiaría por nada, por un montón de razones.

–¿Por ejemplo?

–El compañerismo, por decir una. Los muchachos son como mi segunda familia. Imaginate que pasamos muchas horas laburando, entonces vos compartís cosas que te pasan, pedís y recibís consejos. Y no sólo con los que vamos en el camión, sino también con los superiores, que te escuchan. Este laburo fue una de las mejores cosas que me podrían haber pasado. Mis compañeros en el camión son el “Negro” Amaranto y el “Nano”, que se cortó la mano con un vidrio, y ahora lo reemplaza Marcos por un tiempo.

–¿Cómo es el trabajo?

–Nos dividimos por flotas. Cada camión con tres personas es una flota: el chofer y los dos cargadores. Yo me levanto todos los días a las 5 de la mañana y antes de las 6 tengo que marcar, porque ahí nomás salimos a la calle. Cada flota tiene siempre un recorrido fijo y se lleva el mismo camión, del que se hace responsable de su cuidado y mantenimiento.

–¿Y vos qué recorrido hacés?

–Tengo uno de los recorridos más largos, son como 50 kilómetros porque transitamos la zona de Villa Belgrano, la Recta Martinolli, la Ricardo Rojas. De martes a viernes terminamos cerca del mediodía, pero los lunes… ¡papááá, te la debo! Largamos a la mañana y pegamos la vuelta entre la 5 y las 6 de la tarde, porque venimos del día domingo sin recolección. Hacemos a veces hasta tres camiones: cuando terminamos uno, nos mandan el otro en un punto del recorrido y la seguimos.

–Toda una maratón.

–Es que yo digo eso siempre, este laburo es como ir al gimnasio, y además te obliga a cuidarte con el tema de la salud, porque tenés que mantener un estado físico bueno, por eso tratamos de no irnos de mambo con las comidas. Al final el cuerpo se acostumbra, yo me acuerdo que tardé casi dos meses, pero los primeros días me costó mucho. Te juro que llegaba a mi casa tan pero tan fusilado, que ni siquiera tenía ganas de comer.

–Deben ver de todo. ¿Qué cosas raras encontrás?

–Cada día es una verdadera aventura, y más en la zona que yo hago, donde la gente tira de todo. A veces se pasa de rosca, porque te meten descartables, jeringas, fierros, vidrios y entonces te lastimás. Pero justo hoy, en un canasto donde estaba todo suelto, en un ticket hecho un bollo había un billete 100 pesos enterito.

"Otro día encontré una tablet que tenía sólo una rajadura en la pantalla. Y cuando encontramos ropa o juguetes, juntamos todo y con el sindicato las llevamos a los merenderos de los barrios. Te repito: podrá ser difícil, pero no lo cambio".