Por Gabriela Martín.
Un segundo de descuido puede convertirse en una tragedia. En Argentina, el ahogamiento es la segunda causa de muerte accidental en niños de hasta cinco años y el 85% de los casos se da en chicos que caen vestidos al agua. Nada reemplaza a la supervisión de un adulto, pero hay herramientas que permiten que los papás (y los niños) se sientan más seguros.
Desde hace unos meses, Córdoba cuenta con un instructor ISR (del inglés Infant Swimming Resource), una técnica de auto rescate acuático infantil que le enseña al niño a resolver conflictos en el agua, a reaccionar sin pánico y, fundamentalmente, a sobrevivir. El método es aplicable desde los seis meses y hasta los seis años de edad.
“Desde los seis a los 12 meses, les enseñamos la técnica de flotar y cuando ya son un poquito más grandes, la secuencia completa de desplazarse en el agua, poder girar, flotar para descansar y posteriormente volver a girar hasta llegar a un borde o a una escalera para que el nene se sienta seguro”, explica a Tu Día Ariel Frigo, instructor cordobés que enseña el método ISR en la pileta del gimnasio Heed.
Y agrega: "Mientras más chiquitos, más fácil. Tratamos de evitar el miedo y buscamos generar confianza, que ellos mismos sepan cómo salir del agua. Cada nene lleva su ritmo, pero básicamente lo que hacemos es que se tranquilice para poder estar seguro".
El curso dura entre cuatro y ocho semanas, dependiendo siempre de cómo se adapte la criatura. Las clases se dictan de lunes a viernes y tienen una duración de 10 minutos. Todas las sesiones son individuales.
“Hay nenes que vienen y no se animan a meter la cabeza debajo del agua, entonces lo que hacemos es pasar un tiempo 'jugando' para que se anime y posteriormente pueda llegar a completar la secuencia”, explica el profe que se formó en Rosario, tras muchas horas de pileta y estudio.
El curso está basado en el aprendizaje sensorio-motriz (similar a aprender a andar en bicicleta) logrando de esta forma un porcentaje de retención de entre el 94% y el 100% luego de un año de haber tomado el curso. Como en la mayoría de los casos, los chicos caen al agua vestidos, lo que se trabaja en las últimas clases es la posibilidad de poder moverse y manejarse bajo esas condiciones.
"En la anteúltima clase los chicos se meten a la pile con ropa de verano y en la última, con ropa de invierno. La finalidad es que el nene se tranquilice y principalmente flote; cuando son un poquito más grandes ya pueden darse vuelta y llegar hasta una escalera o un borde donde estarán más seguros y poder salvarse", resume Ariel, a quien la idea le surgió hace aproximadamente un año atrás.
Y sigue: “Yo tengo un nene de dos años y medio, hace un tiempito atrás nos enteramos con mi mujer que en Córdoba había fallecido un bebé de ocho meses que había llegado gateando a la pileta y no había sabido cómo sobrevivir a la situación. Empezamos a averiguar y llegamos a ISR Argentina”.
Frigo hace alrededor de tres meses que dicta clases en Córdoba; el costo de las mismas es variable (unos $700 pesos por semana, en promedio) y cuentan con un sistema de becas. Argentina cuenta con unos 10 instructores, pero la intención es que el método pueda llegar a todos los puntos del país. ISR lleva más de 7,5 millones de lecciones de auto rescate a más de 260 mil niños en todo el mundo.
En primera persona
Celina Martínez Paz es mamá de Carola (dos años y cinco meses) y Tomás (cuatro años y siete meses). Los dos pequeños ya egresaron del curso ISR y ella se sentirá más tranquila cuando esté cerca de una pileta. "Desde que nacieron los chicos que lo he querido hacer, pero en Córdoba no había quien lo hiciera. Siempre le tuve mucho respeto a la pileta y hasta miedo, te diría. Me estresa mucho ir a un lugar que tenga pileta y no haya rejas, no me puedo relajar, estoy todo el tiempo mirando, no puedo estar tranquila y disfrutar", dice Celina.
Para esta mamá, saber nadar y tener herramientas para salvarse en una caída accidental son dos cosas diferentes, dos situaciones distintas. Para ella, el poder darse vuelta, respirar, relajarse, tomar aire o poder esperar por ayuda es fundamental.
“Cuando son más chicos tienen menos noción del peligro, tienen menos miedo y se animan a hacer más cosas. Con Tomi nos costó un poco más, no solo porque es más grande sino porque con él tuvimos una muy mala experiencia”, explica.
Y continúa: "El verano pasado decidimos que Tomás debía aprender a nadar y lo mandamos a un curso de natación. En la segunda o tercera clase, el profesor le preguntó a Tomas si quería hundirse y él que no sabía lo que era, le dijo que sí. Lo hizo saltar del borde de la pileta y le abrió las manos para que caiga hasta el fondo. En ese caída Tomás sintió que se moría, que se ahogaba. Después de eso no pudimos ni transitar por la zona de la pileta porque empezaba a llorar. Fue muy traumático. Ni siquiera nosotros, los papás, podíamos meternos en la pileta y hundir la cabeza en el agua porque él se desesperaba pensando que nos íbamos a morir".
Tomás ya egresó del curso de ISR. “Él está feliz y para nosotros va a ser un verano mucho más tranquilo. Nunca se puede eliminar la supervisión de un adulto, pero podes moverte con mayor tranquilidad”, cierra Celina
Cómo contactarse. Para informes, contactarse a través de Facebook o por correo electrónico a a.frigo@infantswim.com