Por Gabriela Martín.
Rodrigo Martínez tiene 15 años y una sonrisa grande, de esas que no son fáciles de ocultar. El "Flaco" se mueve por toda la cancha y lo hace con una destreza difícil de imitar. "Esquivo fácil las pelotas, soy rápido, me tiro al suelo como el resto de los chicos porque divertirse es lo más importante que hay", dice a Tu Día mientras el resto de los compañeros de equipo, sus amigos, lo rodean como queriendo formar un escudo protector.
A Rodrigo, un tumor lo obligó a aprender a sostenerse en una sola pierna, a caminar con muletas. El adolescente cursa segundo año del colegio secundario y hace uno que practica Dodgeball, un deporte que crece entre los estudiantes cordobeses. "Me invitaron unos amigos del colegio y fui a ver de qué se trataba. Enseguida me puse a jugar y me quedé, nunca dejé. Es un buen deporte, al principio me costaba un poco (para jugar se apoya en una sola muleta porque con la otra mano debe lanzar las pelotas), pero después ya no le di importancia", cuenta el jovencito que el próximo 13 de noviembre cumplirá 16 años.
Y agrega: "Los chicos son todos amigos y compañeros del colegio; ellos están siempre conmigo cuando los necesito y yo estoy cuando me necesitan a mí. Mi familia está contenta porque no me quedé atrás y seguí para adelante".
El Dodgeball ocupa una parte importante en su vida y lo ayuda a mirar la vida de otra manera. Esta disciplina, aún desconocida para muchos, está ganando un espacio preponderante entre los chicos de Córdoba y distintas provincias argentinas. Alejandro Vega Guardia es el presidente de la Asociación Dodgeball Argentina y uno de los impulsores de este deporte en el país.
“Se genera un vínculo entre pares y hemos logrado que en el 100% de los torneos que los chicos juegan, además de competir, se den la mano, se junten a comer pizzas en alguna casa y que se visiten entre sí. El deporte salva la vida de las personas, ese es nuestro concepto. El Dodgeball es tan inclusivo que permite que todos queden dentro de esa situación”, explica.
Otro aspecto importante de este juego es que no hace distinción de género ni edad. Se compite entre equipos integrados por varones y mujeres en una misma cancha. "Es un deporte sin género, creemos que con el paso del tiempo todos los deportes van a copiar a éste", dice Vega Guardia.
La disciplina no quiere dejar a nadie fuera de la práctica. Si a un profe de educación física de algún colegio de Córdoba le interesa sumarlo a la currícula puede comunicarse con la entidad que rige a este deporte y ellos se encargan de acercarlo en un formato que comprende la preparación del docente y la generación de un torneo en una zona cercana al colegio.
Corazón del deporte
Córdoba es una de las precursoras de la actividad y cuenta con un número importante de jugadores en la Selección Argentina (24). En cuanto a la convocatoria a los equipos nacionales, es en este punto donde también se diferencia de otras actividades deportivas.
“Cuando llamamos a los jugadores para la selección lo hicimos con el proceso inverso al habitual. Se generó un formulario por Google y quienes querían estar en la prueba se inscribían y los evaluábamos”, cuenta Alejandro.
En Argentina se juega desde el 2006 y desde 2016 existe un formato para los colegios secundarios. En Córdoba hay 32 equipos y desde las redes sociales se invita a jugar este deporte "de amigos".
“Algunas municipalidades nos han empezado a dar apoyo y están abocadas a la organización de torneos. Verdaderamente va creciendo mucho y, con la Asociación, de forma muy modesta vamos llegando a muchos lugares, enseñándoles a jugar, tratando de contactar profesores de educación física que quieran enseñar e instalar la disciplina”, explica el titular de la Asociación.
Y cierra: "En 2007 trajimos una psicóloga para que analizara qué pasaba con los chicos porque estábamos sorprendidos del impacto que tenía este deporte. La respuesta fue que la aferencia sensitiva era tan alta que provocaba en los adolescentes la misma adrenalina que un videojuego, pero con el cuerpo en movimiento permanentemente".
Como el Quemado
El Dodgeball (esquivar pelotas) es un deporte que nace a partir del juego llamado el Quemado. Se crea en Estados Unidos y en sus inicios, la pelota era lanzada a la cabeza. Con el tiempo se cambió la manera de jugar, se reglamentó e invalidó esa acción.
También se practica en Buenos Aires (en las universidades), San Luis, Neuquén y Salta. En Córdoba también se está tratando que el deporte llegue a la Universidad Nacional.
En el mundo, lo juegan unos seis millones de personas.
El juego
Para jugar Dodgeball se necesita un espacio, pelotas y seis jugadores por equipo. Dependiendo de la Asociación, la pelota puede ser de goma, goma espuma maciza y tela. En Argentina se utiliza de goma.
Se juegan dos tiempos de 15 minutos, con un intermedio de cinco.
Hay cuatro tipo de jugadores:
• Catcher: los que atrapan las pelotas. Tienen la habilidad de atrapar el balón lanzado, eliminando al que lanza y recuperando a algún jugador que queda por fuera de la cancha.
• Lanzadores: tienen el objetivo de lanzar pelotas con mucha potencia para que toque a un rival.
• Bloqueadores: utilizan una pelota de bloqueo como un escudo para tapar y defender a los jugadores que ellos tienen en su equipo.
• Runners: Corren en el inicio del juego para dar pases certeros a los lanzadores.
Yaguareté. El nombre del seleccionado nacional es en honor al felino más importante en peligro de extinción.
Para sumarte Si te interesa practicarlo o llevarlo a tu cole, podés comunicarte a través de las redes sociales: Facebook/dodgeballargentina; @dodgeballarg en Twitter y @dodgeballargentina, Instagram.