Por Gabriela Martín
Levantarse casi todos los días a la misma hora, salir de casa y hacer el mismo trayecto hasta llegar al trabajo, realizar una actividad específica y relacionarse con determinadas personas, son acciones que al llevarlas adelante durante cierto tiempo se convierten en costumbres. Entonces, cuando llega el momento de ponerle fin a esta rutina no resulta nada fácil. Cuando una persona se jubila experimenta un gran cambio en su vida y debe estar preparada para afrontarlo.
El proceso suele ser muy traumático y largo, pero cuanto mayor sea la preparación previa más rápido será acomodarse a la nueva etapa. El paso del trabajo a la jubilación suele traer incertidumbre, replanteos pero también la posibilidad de retomar sueños y concretar proyectos. El doctor Ricardo Iacub, psicogerontólogo y especialista en programas prejubilatorios, está al frente de un curso que se dicta en Córdoba (a través del Sindicato de Luz y Fuerza) a personas en edad próxima a jubilarse. En estos encuentros se abordan temáticas como qué significa jubilarse, qué es envejecer, cuáles son los temores, qué puede hacer cada uno para empoderarse y envejecer bien.
“La gente valora mucho este tipo de procesos porque siente que le sirve en los momentos más difíciles, que puede pensar y proyectar antes que le suceda, que está mejor armado a la hora de las dificultades que pueden presentarse, que el saber le sirvió para manejarse, para abrirse a grupos sociales, actividades”, explica el especialista.
Y agrega: “Incluso aquellos que ya estaban jubilados también lo valoran mucho porque se encontraron con que la vejez es una etapa que ofrece un abanico de posibilidades de cosas por hacer”.
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Distintos países cuentan entre sus programas con los denominados prejubilatorios, una herramienta con la que se planifica mientras la persona todavía está trabajando, inmersa en su rutina y en contacto con su entorno laboral. "La jubilación es el ritual simbólico que tiene nuestra cultura para pensar que entramos en otra etapa y este tipo de preparaciones deberían ser obligatorias. Está comprobado que preparar a un adulto para envejecer previene la jubilopatía (patologías físicas o mentales que se desprenden de la no adecuación a los nuevos contextos de trabajo; es decir, a no seguir trabajando)", dice Iacub.
Y sigue: “Lo mínimo que debería hace cualquier Estado es acompañar a aquella persona que pasó 30 o 40 años trabajando a que tenga un curso con una salida lo más favorable posible. Si la gente supiese que es tan importante cuidar las relaciones sociales como a la salud, porque las dos inciden en la probable enfermedad, seguramente estaría más alerta”.
El especialista en gerontología explica que uno de los golpes más fuertes de la jubilación es la pérdida de contacto cotidiano con sus compañeros de trabajo y que aquellas personas que se sienten solas tienen más probabilidad de desarrollar una demencia.
“Muchos de nosotros tenemos la idea que, en la vejez, todo va para peor y terminamos asociándola con los momentos más dramáticos de la vida, de ciertas enfermedades que pueden aparecer o de cercanía con la muerte. No nos damos cuenta que una vejez puede durar 20 o 30 años y en medio de todo eso hay gente que se puede realizar, que puede hacer cosas que nunca había podido hacer”, aclara.
No todos reaccionan de la misma manera. Hay personas que al sacarse la presión de los horarios o de un trabajo que no les satisface sienten que se sacan la carga de encima. Pero hay otros en los que su vida laboral es el centro y al dejar de lado las tareas de toda la vida se quedan encerrados en su casa o dando vueltas. Esa situación termina generando malestar en la familia porque se vuelven demandantes o quieren ayudar y quizá ya no pueden hacerlo.
“Las relaciones de pareja sufren un gran impacto porque empiezan a estar mucho tiempo juntos, se perturban porque se ven la cara 24 horas por día. No saben cómo comunicarse, no saben que contarse de nuevo. Hay que generar nuevos acuerdos”, cierra el doctor en psicología.
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Los temores de la jubilación
La jubilación no es un reacomodamiento laboral, no es un cambio de trabajo o perder el puesto. La jubilación es dejar de trabajar para no tener más trabajo y para encontrarse con una etapa de la vida en la que una persona va a tener ocupaciones pero que no son de la misma calidad o valor de un trabajo. También es la oportunidad de aprender sobre el envejecimiento y tener una mirada positiva sobre esta etapa de la vida.
La mayor preocupación de las personas que están próximas a jubilarse es el dinero, el análogo más cercano al trabajo.
Entre los temores más frecuentes están:
» Perder los compañeros.
» Perder el prestigio, el valor o el gusto por su trabajo.
» Qué hacer con el tiempo libre.
» El impacto en la relación de pareja.
» No ser (o sentirse) útil.
Día del jubilado
El 20 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Jubilado, en conmemoración de la sanción de la ley 4349 de Jubilaciones para empleados del Estado, que se aprobó el 20 de septiembre de 1904 (durante la presidencia de Julio Argentino Roca).
Ese día se creó la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones, un beneficio previsional para empleados públicos del Estado Nacional.