La muerte de Paco: cómo se desarma un pacto de silencio criminal.

Comenzó el juicio contra tres hombres por el presunto asesinato con alevosía de Pablo García, un comerciante que recibió un disparo cuando cazaba chanchos cerca de Alta Gracia. Uno de los acusados tiró abajo la versión del accidente y dijo que los otros dos lo mataron a sangre fría durante una discusión.

La muerte de Paco: cómo se desarma un pacto de silencio criminal.
Crimen de \

Por Alejo Gómez

“¿Usted qué haría? Si estuviera en mi lugar, y acabara de ver cómo dos cazadores armados matan a un hombre, y esos cazadores lo amenazan para que no cuente… ¿qué haría?”. Gustavo Orlando López (44) lo dijo con la voz hecha trizas y el cuerpo inclinado hacia su derecha, en dirección al abogado de los dos cazadores que lo escuchaba embobado.

“Por eso no me animé a hablar antes. Porque tengo miedo que le pase algo a mi familia. Pido perdón por no haber contado antes que fue un asesinato”. La Cámara 12ª del Crimen de Córdoba permanecía muda.

El testimonio de López desarticulaba –al menos, hasta tanto lo contradigan otras pruebas- el pacto de silencio sobre cómo fue ejecutado Pablo García, "Paco", este empresario de 36 años que vivía con su familia en Alta Gracia y que fue hallado muerto el 27 de agosto de 2015 en un campo entre José de la Quintana y Villa Anisacate, a 600 metros de la ruta 36.

“Paco” había salido horas antes a hacer lo que más le gustaba: internarse campo adentro con su escopeta y cazar chanchos. Su novia, Melisa, cruzó mensajes por última vez a las 00.27. Un minuto más tarde, García dejó de contestar.

Ella se durmió, y al otro día se levantó inquieta: su novio no había leído los mensajes en toda la noche.

"A la siesta supuse que había pasado algo malo y lo llamé al hermano, Néstor. Él fue al campo y lo encontró muerto", contó la mujer a Día a Día en los pasillos de Tribunales II, a metros de la Cámara donde se hace el juicio.

"Paco" estaba sentado en una reposera. El disparo había entrado por la nuca y salido por el frente. Tenía la escopeta en la mano izquierda y una linterna en la derecha. De entrada algo no cerraba: García era derecho, y sostenía el arma con la mano menos hábil. Un error "de novato" para un cazador de su experiencia.

El caso cayó en manos del fiscal de Alta Gracia Emilio Drazile, quien, al igual que ocurrió en otras causas de peso, se inclinó por hipótesis polémicas y barajó un suicidio o un accidente.

La segunda posibilidad tuvo en la mira a Julio (37) y Carlos Malter (31), dos cazadores que, según se corroboró luego, estuvieron esa madrugada en el mismo campo que García. A los hermanos Malter los acompañaba López, un changarín que no sabe nada de caza pero que iba porque le gustaba carnear los animales y comérselos, según contó en el juicio.

Cuando la Policía les golpeó la puerta, los Malter dijeron lo que mantienen hasta hoy: que caminaban de noche, entre la maleza y el ambiente espeso, y que confundieron un ronquido de García con el sonido típico de un jabalí, y por eso le dispararon.

La puja de la familia García por saber la verdad de lo sucedido en el minuto 00.28 llevó a que el caso fuera girado al fiscal de Alta Gracia Alejandro Peralta Ottonello, ante quien casi un año después López confesó que no hubo chancho alguno: que García fue asesinado "por una discusión por el uso del campo" y su cuerpo acomodado en la reposera. La declaración fue un revuelo, al igual que el vuelco en la investigación.

Así se llegó al juicio que empezó este jueves 7 de setiembre, y que tiene imputado a Carlos Malter como presunto autor del “homicidio doblemente calificado, por alevosía y por la participación de dos o más personas” de García. Su hermano Julio y Gustavo López están en el banquillo como copartícipes, dado que según la instrucción ellos distrajeron a “Paco” mientras Carlos Malter se ponía detrás y lo ejecutaba. Los tres se enfrentan a una posible prisión perpetua.

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"Fue un crimen absurdo y cobarde", empezó el fiscal Mariano Antuña, ante la mirada de los jurados populares. "A García le dispararon con un arma que se usa para rematar los chanchos", siguió el querellante Agustín Cafferata.

"No tiene sentido. Los hermanos Malter y García no se conocían. Nunca se habían visto. ¿Por qué lo matarían? No hay un móvil para justificar un crimen. Se confundieron con un chancho y le dispararon desde unos 30 metros", retrucaron los defensores de los Malter.

Al no haber testigos presenciales, la disputa pasará por los debates cuando declaren los peritos forenses y se enseñen los resultados de los especialistas criminológicos.

"Roncaba". Carlos y Julio Malter aceptaron declarar y dieron su versión de lo que pasó esa noche. Coinciden con López hasta poco antes de las 00.28: que los tres entraron al campo con permiso, que los tres arrojaron maíz para atraer a los chanchos, que los tres deambularon por la llanura, en plena noche y ante la nada misma, para cazar un animal.

La diferencia radica cuando se cruzaron con García, quien estaba en el mismo plan que ellos. "Escuchamos un ruido, como un chancho comiendo, y luego silencio. Nos adelantamos, vimos un bulto que roncaba, era un sonido parecido al del jabalí cuando se siente amenazado, y le disparé. Hicimos 30, ó 40 metros, y lo alumbramos. Era una persona", sostuvo Carlos Malter, quien aportó la cuota bizarra de la tarde al imitar nuevamente, por pedido de su abogado, el sonido de un jabalí amenazado.

"Pensamos que era un chancho grande. Incluso López creyó que era un ciervo. Nos fuimos y no le avisamos a nadie porque teníamos miedo. Dios me va a castigar si miento", completó Julio Malter.

López vino después, y su declaración los dejó contra las cuerdas.

"Necesito respuestas". López, con 8 hermanos, madre y padre fallecidos, de profesión albañil, estado civil soltero, domiciliado en José de la Quintana, era el testimonio más esperado. Su situación no es sencilla: pese a su confesión, está imputado por un delito que contempla la pena máxima, dado que según la acusación él también participó en el crimen. ¿Cómo? Al parecer, distrayendo a García, para que Carlos Malter lo ejecutara desde atrás.

Hay cosas que para algunos no cierran en su relato: la distancia del cuerpo a la reposera y el modo en que se acomodó el cadáver son algunas de ellas. La situación procesal de López quedará a merced de lo que entiendan el fiscal Antuña (principalmente) y el querellante Cafferata, dado que para la familia García el changarín confesó porque vio que se le "venía encima" la prueba y trató de desligarse.

Para su defensor, en tanto, él miró de lejos el asesinato, y no se atrevió a confesar antes porque estaba amenazado de muerte por los Malter.

De lo que nadie duda es de la importancia de su testimonio.

"Fue la peor noche de mi vida. No sé cómo encontrarle respuestas a lo que pasó. Necesito respuestas", empezó con la voz rota que mantuvo hasta el final.

"Yo les dije a los Malter que llamáramos a la Policía. Y ellos me decían 'callate o te va a pasar lo mismo que le pasó al cazador'. Fue una pesadilla para mí y para mi familia. No podemos más", continuó.

Ante la pregunta del fiscal, dijo que no hubo accidente alguno: que fue un asesinato "por una discusión por el uso del campo" y que si bien la noche era cerrada, a García lo vieron con un binocular "a unos 35 metros".

"Yo lo vi. No lo conocía, pero vi a un humano. Los Malter salieron corriendo en su dirección. Discutieron, se 'putearon' por el uso del lugar de caza. Julio discutía con él, y Carlos, que estaba en silencio, se fue acercando por detrás. En un momento García hace un gesto como que va a dejar el arma, y Carlos le dispara".

Según su versión, "Paco" cayó hacia adelante y los Malter lo agarraron y lo sentaron en la reposera. Le advirtieron a López que no hablara y se fueron del campo lo más rápido posible. Esas amenazas, dijo, siguieron luego en Bouwer, cuando los tres fueron encarcelados con prisión preventiva.

“Tengo miedo”, insistió el acusado. Cuando le pidieron que especificara de quién, dijo “de Julio” Malter.

En el transcurso del juicio se develará la distancia en la que estaba López de García, y si las pruebas lo sindican como partícipe o como testigo del crimen. Su suerte está sujeta a esos segundos posteriores al disparo que atravesó a “Paco”.