Adrián Brunori tenía 32 años, un hijo pequeño y otro en camino. Era colectivero y vivía con su familia en barrio Alto Alberdi, mientras se construía una pequeña vivienda para mudarse con su mujer Natalia.
El 30 de setiembre de 2015, al menos cinco delincuentes invadieron su casa de calle León Pinello al 400 cuando su hermano entraba el auto. A punta de pistola amedrentaron a la familia y saquearon joyas, dinero y otras cosas de valor.
Natalia, embarazada de su segundo hijo, había llevado al primero a una clínica en Nueva Córdoba. Por casualidad se salvó del momento en que los asaltantes amenazaban y robaban.
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En eso llegó la Policía. Los maleantes se alborotaron y Adrián, para evitar que nadie resultara herido, les abrió la puerta del patio y les dijo que podían escapar por allí. Los asaltantes lo hicieron, pero el último, por un motivo que nadie sabe, volvió sobre sus pasos y le disparó en el tórax.
La víctima murió horas después en el Hospital de Urgencias, y su crimen generó indignación vecinal una de las mayores protestas barriales del momento.
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"Así como está descripta la conducta del agresor, no parece que haya sido otra la intencionalidad (asesinar) porque el disparo fue hecho a 50 centímetros" de la víctima, explicó este martes el fiscal de Cámara Carlos Ferrer, momentos antes del inicio del proceso contra los cinco delincuentes.
Dos de ellos eran menores al momento del asesinato. La imputación es la misma para todos: homicidio criminis causae, que implica que mataron para que no los reconozcan y lograr de este modo su impunidad. Conlleva la pena de prisión perpetua.
"Los sujetos que ingresaron tenían algún grado de intoxicación o de haber consumido algún psicofármaco", agregó Ferrer en declaraciones radiales.
La familia Brunori quiere que durante el juicio los asaltantes expliquen por qué lo mataron. La pareja de Adrián, Natalia, le puso el mismo nombre a su segundo hijo para homenajear al papá. La historia completa de Adrián se puede leer acá.