Falta de ejercicio, el mal de los más jóvenes

Un niño que realiza actividad física será un adulto más sano que aquel que permanece inmóvil. Cómo combatir el sedentarismo y ganarle a la enfermedad.

Cómo sacar a los niños y adolescentes del sedentarismo.
Cómo sacar a los niños y adolescentes del sedentarismo.

Por Gabriela Martín.

Según la Organización Mundial de la Salud, cada año, más de cinco millones de personas mueren por alguna causa relacionada con la falta de ejercicio. Pero el dato no queda ahí; un estudio realizado por un grupo de científicos de una universidad estadounidense puso en evidencia cuáles son los países más activos y los que menos ejercicio realizan.

¿Qué pasa en Argentina? Nuestro país está en el puesto 61, con 4.852 pisadas por día, una cifra que no alcanza a la media total (4.961). La tendencia actual a permanecer inactivo o moviéndose poco (y comiendo), sumado a un estilo de vida con enormes facilidades tecnológicas lleva a los niños a desarrollar una vida monótona y con mínimos esfuerzos físicos. Esto, junto al descanso insuficiente y al consumo excesivo de alto contenido graso y calórico, permite la manifestación de enfermedades cada vez más precoces.

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El desafío de padres y docentes pasa por sacar a los chicos de esta monotonía. "El recurso más importante que tenemos es la estimulación. Presentar estímulos diferentes de manera permanente, la estrategia. A los chicos hay que brindarle posibilidades de explorar y vivenciar, explorando se descubre y descubriendo se aprende. Con ello se materializa y reivindica el ciclo explorar/vivenciar/descubrir/aprender, que incita a volver a explorar", señala el licenciado Rubén Pérez, director de la carrera de Educación Física, en la Universidad Blas Pascal.

Según el especialista, los chicos están frente a un entorno completamente modificado, donde todo se consigue sin tener que realizar prácticamente ningún esfuerzo físico. ”Esta vorágine tecnológica ha modificado hasta la industria lúdica; juguetes con formas, sonidos y movimientos que limitan cada vez más la posibilidad de explorar, descubrir, imaginar y vivenciar de los niños”, dice.

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Y agrega: "El movimiento implica que los músculos se contraigan y de esa forma, mantener activos los músculos. Si no lo hacen, pierden funcionalidad muscular, probablemente una de las causales más importantes de la mayoría de las enfermedades actuales. La premisa es moverse, porque músculo que no se usa, envejece prematuramente y se pierde".

En el ámbito escolar, los chicos permanecen sentados entre 600 y 700 horas al año (el número surge de la sumatoria de cuatro horas diarias, cinco días a la semana, ocho meses al año); al multiplicar por seis años de primaria y seis de secundaria, más las horas de preescolar, acumulan una importante cantidad de tiempo en posiciones corporales, poco recomendables, para el momento evolutivo en el que se encuentran.

"El mismo sistema educativo que obliga al alumno a permanecer tanto tiempo sentado, no le brinda herramientas que permitan enfrentar el sedentarismo. Un módulo de 50 minutos de actividad física en la escolaridad primaria y 110, en la secundaria, no es suficiente. Y si consideramos que fuera de la escuela, los niños se mueven cada vez menos, caemos en la cuenta que está todo servido para que sus estructuras y funciones estén más cerca de la enfermedad que de la salud", insiste Pérez.

Y cierra: “Por ésta y otras razones, como el deterioro de las condiciones de vida en las grandes urbes (falta de espacios, de seguridad, de tiempo, de movimientos libres, de oportunidades, de propuestas atractivas) ha descendido totalmente la autonomía de movimiento”.

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Autonomía de movimiento

La autonomía de movimiento hace referencia a la capacidad-posibilidad de gestionar las propias acciones motrices. “La autonomía supone un proceso de construcción, en el cual los involucrados podríamos convertirnos en estrategas, capaces de escoger mediante decisiones oportunas las medidas más eficaces y atractivas, tendientes a promover un dinámico y atractivo encuentro entre el niño, el medio y el movimiento”, explica el licenciado.

Y continúa: “Nuestra tarea pasa fundamentalmente por diseñar propuestas que representen un verdadero desafío para los niños, donde cada uno de ellos puedan recuperar de su memoria vivencial esquemas de acción que sean útiles para darle una atención certera, a cada demanda situacional que se le presente”.

Los niños con historias de movimientos dispares y precarias tendrán repercusiones de diferente índole sobre la motricidad, la condición física y metabólica, el esqueleto, las articulaciones, la salud emocional y cardiovascular, con estrés importante sobre al aparato locomotor y los sistemas funcionales. Es trascendental que, tanto niños como adolescentes, incorporen hábitos relacionados con la actividad física, el ejercicio, el deporte y el disfrute de su hacer cotidiano a través del movimiento.

Sin deserción

El aburrimiento, la monotonía de las clases, la falta de componentes lúdicos en las actividades o la excesiva expectativa y exigencia por el rendimiento deportivo trae consigo la disminución del interés o la motivación, factores que terminan con la deserción o el abandono precoz de la actividad física.

Para prevenirlo, todos los involucrados deben verse obligados a revisar permanentemente los objetivos, medios, contenidos, metodologías y propuestas de abordaje. "El problema de deserción es multifactorial e involucra factores sociales, económicos, geográficos, de rendimiento, afectivos, emocionales y motivacionales. Es complejo su abordaje, pero considerando que hay muchos niños que están en situación de práctica corporal permanente en ámbitos deportivos y no deportivos, se vuelve imperioso y necesario establecer pautas de retención que nos aseguren su permanencia vivencial", cuenta el especialista.

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Y sigue: "En el camino que recorremos buscando los mejores recursos para tenerlos y contenerlos, 'el respeto por los imaginarios', con los cuales un niño asiste a una práctica corporal, pasa a ser la premisa fundamental. Cada uno de ellos se encuentra en un momento de juego o de movimiento con una carga emocional-motivacional que la mayoría de las veces no respetamos ni cuidamos. Esa dinámica motivacional es la que lleva al niño a correr detrás de una pelota dos horas o jugar, con un mismo juguete, tres horas".

La premisa es generar condiciones de práctica, de juego y situaciones de movimiento, ‘atractivas y variadas’ que tengan que ver con sus necesidades e intereses, para que los desplacen de lo cotidiano, monótono, uniforme y plagado de estereotipias (sentáte, quedáte quieto, no te muevas, cállate), de excusas (no me gusta, no me atrae, es aburrido, me cansa, siempre lo mismo, no es divertido) y de exclusiones (vos si, vos no; te falta esto; no sabes aquello).

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