Por la explosión de Alta Córdoba, pasaron 966 noches lejos de casa

Mariela, Lucía y Teresa volverán esta noche a dormir en barrio Alta Córdoba, en la casa que debieron abandonar tras la explosión de la Química Raponi. 

Mariela acomodaba los chiches de su hija Lucía en su nueva-vieja casa, la misma que explotó aquel 6 de noviembre de 2014 en Alta Córdoba.
Mariela acomodaba los chiches de su hija Lucía en su nueva-vieja casa, la misma que explotó aquel 6 de noviembre de 2014 en Alta Córdoba.

Por Laura Giubergia

Cuando caiga la noche, y el reloj les indique que es la hora de meterse en la cama, un torbellino de recuerdos revolotearán por sus cabezas. Con esfuerzo intentarán alejar los fantasmas del estruendo, del humo y la confusión, para abrirle las puertas a la nueva etapa que comienza desde hoy. Después de 966 noches, Teresa, Mariela y Lucía volverán a dormir en Avellaneda al 2900, en la casa que habitaban hasta que explotó la Química Raponi, el 6 de noviembre de 2014.

“Estamos enfocadas en mirar para adelante, queremos recuperar la tranquilidad de nuestra casa y de nuestras rutinas. Hace dos años y ocho meses que dormimos las tres en la misma cama, en un departamento en barrio San Martín”, resume Mariela Puddini, mientras alista el último flete que llevará sus cosas hasta la “nueva casa”, que no es nueva en realidad, es la de toda la vida.

El traslado a otro barrio les significó más tiempo y más gastos de transporte diarios, porque Lucía –ya con 5 años- asiste a la escuela Nuestra Señora del Carmen. "Nos levantamos a las 6.30 todos los días para llegar a horario, es un sacrificio importante", apunta.

Explica, también, que su mamá Teresa es mayor y está venida a menos en estos últimos años. “No está del todo bien de salud, y no quiero que pase más estrés estando lejos de casa”, agrega. “Nos ofrecieron 20 mil pesos del Ministerio de Desarrollo Social para terminar algunas cosas porque dejábamos de recibir la ayuda del alquiler, lo consultamos con el abogado y aceptamos. Hicimos lo que pudimos, faltan cosas pero ya nos podemos mudar”, detalla.

Muchos fueron los sinsabores de estos años: se llevaron el susto de sus vidas; la casa quedó destruida, inhabitable; sus cosas se perdieron entre la explosión del galpón de la química y la contaminación que derivó de ese estallido; y la lista de vaivenes entre la Provincia y la Municipalidad para reparar lo que la química ocasionó podría continuar. Pero ella prefiere no seguir enumerando pérdidas, sino empezar a escribir ganancias.

“Ayer entré y vi mi pieza lista, con las camitas armadas y la ventana abierta, y dije ‘wow’”. Y no se necesita nada más para imaginar su cara de asombro, envuelta en un déjà vu de volver a encontrarse en el lugar en el que creció y con el que sueña desde hace más de dos años.

“No quedó en el olvido esa noche, pero ya no pienso mucho en eso. Mi hija me ayudó a superar la amargura y a mirar para adelante, estamos contentas, la casa está linda, esperando que lleguemos por fin”, valora.

Emoción. "Estoy segura que la primera noche no voy a poder dormir… entre la emoción, la ansiedad y algo de miedo, no creo poder pegar un ojo", adelanta Mariela.

Está decidida a empezar de cero con un brindis y una sonrisa, porque si algo viene deseando desde el 6 de noviembre de 2014 es volver a vivir en el hogar que la vio nacer, en su amado barrio Alta Córdoba. “Las próximas lágrimas, las únicas que me interesan, van a ser por la emoción de volver”, concluye.

Volver a empezar

Más de 30 años tenía el limonero que daba sombra en el patio de la familia Puddini. Hermoso y generoso, resistió a la explosión, pero no a la soledad.

“Íbamos a regarlo, pasábamos tiempo en la casa mientras estaba en reconstrucción. Lloré tanto cuando se murió”, cuenta Mariela, la misma que había llenado de anécdotas a aquel frutal cuyos frutos hasta fueron usados para trueque en épocas críticas.

“Pero como necesito verlo ahí, te cuento que ya encargué otro limonero, así que apenas nos mudemos lo vamos a plantar”, anuncia con alegría, y agrega: “Necesito ver un limonero ahí, porque eso representa para mí volver a empezar”.

Los que quedan

De acuerdo con la información proporcionada de manera oficial por la Provincia, a través de Desarollo Social, esa dependencia sigue pagando los 11 alquileres de los que se hizo cargo en su momento tras la explosión.

En el caso de los trabajos de reconstrucción, el gobierno provincial se hizo cargo de los materiales y la Municipalidad de la mano de obra destinada a la recuperación.

Los próximos en volver serían los Perdiguero, quienes ocupan dos de estas casas que fueron reconstruidas en la zona de la explosión de la Química Raponi y cuyas obras se encuentran muy avanzadas.