Por Julio Moya
Es tan poderoso lo que los hinchas sienten por Gonzalo Klusener que su sinsabor final en Talleres queda eclipsado por tanto afecto. El misionero se va de Córdoba, de Talleres, con la idea de que en el futuro (ya sin ser jugador de fútbol) los caminos entre el ídolo matador y la institución puedan volver a cruzarse.
Pero, seguramente, será otra etapa, en la que Klusener quizás vuelva al club sin los pantalones cortos. Aún le quedan cosas por hacer al goleador que seguirá su carrera deportiva por un tiempo más.
En el debe de la gestión de Frank Kudelka como DT (él mismo se lo reconoció al jugador) quedó la falta de oportunidades que tuvo el delantero de jugar y de chances más concretas que haciéndolo de manera alternativa. Para el técnico no era un “delantero puesto”, más bien él lo tenía como un jugador “sustituto”. A ojo de lo desandado, hasta el chileno Muñoz Rojas (no seguirá en la T) tuvo muchas más chances y oportunidades que Klusener. El 9 no recibió nunca la confianza ni la “apuesta” por parte del técnico. Y allí quizás queda esa pequeña manchita en el final de la carrera del jugador con la camiseta albiazul. Más, trayendo sobre sus espaldas, con goles y aportes de liderazgo en el vestuario, una B Nacional que fue histórica. Kluse mereció más consideración.