"Me sacaron a mi hijo": quién era el otro atropellado en la picada del "Sapo" Gómez

Enrique Díaz manejaba la motocicleta que fue embestida por Javier Navarro durante la presunta carrera con Gómez. Díaz y Balbo murieron. La mamá del primero recuerda a su hijo. Pasado el mediodía se sabrá la sentencia contra los acusados.  

Graciela, la mamá de Enrique Díaz.
Graciela, la mamá de Enrique Díaz.

Enrique Díaz y Agustín Balbo se hicieron amigos en barrio Ampliación Ferreyra. Ambos murieron atropellados por el vehículo de Javier Navarro, quien según la acusación corría una "picada" con Oscar "Sapo" Gómez.

La muerte de Agustín causó la honda enemistad entre los Gómez y los Balbo, cuya máxima expresión de violencia se vivió en abril pasado, con Emanuel cayendo al vacío desde la tribuna del Mario Kempes.

Poco se habla, sin embargo, sobre Enrique. ¿Quién era este muchacho de 15 años?

"Pido justicia por los dos chicos. Me sacaron todo", rogó hace instantes la mamá de Enrique, Graciela Ferreyra, ante los jueces de la Cámara Cuarta del Crimen, quienes pasado el mediodía dictarán una sentencia que podría ser histórica en materia de siniestros viales.

"Mi hijo era todo lo que tenía. Mi amigo, mi compañero. Me quedé sin nada", contó luego, entre sollozos, Graciela a Día a Día.

La mujer camina sola por los pasillos de Tribunales en busca de justicia. Probablemente se haya acostumbrado a hacer todo sola, dado que su marido murió cuando Enrique tenía 3 años.

"Cuando enviudé, mi papá me ayudó y pudimos conseguir una casita en Ampliación Ferreyra. No sé para qué nos mudamos... a lo mejor si no lo hubiera hecho, hoy tendría a mi hijo conmigo", se lamenta.

Enrique era el quinto de seis hermanos. Fanático de Belgrano (sus amigos le hicieron una remera en su homenaje que Graciela muestra orgullosa), pasaba su tiempo entre las calles del barrio y el Ipem 113 de Ferreyra.

En la madrugada del 25 de noviembre de 2012, un vecino tocó el timbre de la casa de Graciela y le dijo que su hijo había sufrido un accidente. "Corrí hasta el lugar pensando que tenía un brazo o una pierna rota. No esperaba encontrarlo de ese modo. Lo levanté en mis brazos, respiró una vez más y murió. Murió conmigo al lado", dice Graciela, y se pasa el pañuelo por la cara.

"Por eso pido justicia. Que los asesinos paguen lo que hicieron. Porque me sacaron a mi amigo, a mi compañero. A un hijo que crié sola", sostiene.

Cuenta que no conoce a Navarro, y que Gómez tuvo problemas con los hermanos de Enrique, al igual que le ocurrió a la familia Balbo. "Yo no conocí a Gómez. Por lo que me cuentan mis hijos, es una persona que incita a la violencia", apunta.

Sin palabras. Navarro y Gómez no hicieron uso de la última palabra concedida por el juez de la Cámara Cuarta.

En tanto que Raúl Balbo, padre de Agustín y de Emanuel, pidió "justicia ejemplar por los dos chicos, para acabar de una vez con los supuestos accidentes viales. Que los homicidios sean homicidios".

Luego, en el pasillo, dijo descreer que Gómez se lamente de lo que hizo: "No tiene cara para arrepentirse".