Los últimos héroes de mayo

Por Mariano Iannaccone. Malvinas 35 AÑOS. Pablo Carballo, uno de los aviadores más distinguidos por su heroísmo durante la guerra, participó del ataque que hundió al destructor británico Coventry y averió la fragata Broadsword el 25 de mayo del ´82. La patria es todo lo que amás y por lo que sos capaz de dar la vida, reflexiona.

Esta foto fue tapa de Gente en mayo del u00b482 y de un fascículo de la enciclopedia espau00f1ola Los Cuerpos de Elite en el u00b487.
Esta foto fue tapa de Gente en mayo del u00b482 y de un fascículo de la enciclopedia espau00f1ola Los Cuerpos de Elite en el u00b487.

Dicen que la guerra está llena de frases hechas. Esto es porque solamente las frases hechas expresan el dramatismo de las acciones. “Acuérdense, muchachos; cuando los vean venir, ¡denles con todo!”.

Sonaba el alerta rojo y ese era el mensaje del capitán de uno de los barcos británicos a su joven tripulación durante las jornadas que siguieron al 21 de mayo de 1982, día en que el Estrecho de San Carlos comenzó a llenarse de buques de bandera usurpadora y la fuerza de tareas –la mayor desplegada por Gran Bretaña desde la Segunda Guerra Mundial– inició su desembarco en las islas Malvinas.

A 900 kilómetros por hora (la velocidad que llevaría de Córdoba a Carlos Paz en menos de 3 minutos), pilotando uno de los temidos aviones de la Fuerza Aérea Argentina, con plena convicción de que la causa por la que luchaba era justa y encomendado por su fe cristiana a Dios, se acercaba en admirable vuelo rasante otro capitán: Pablo Marcos Rafael Carballo.

Junto con sus compañeros de escuadrilla, todos formados en la Escuela de Aviación Militar, en nuestra ciudad. Aparecían de repente, habiendo burlado los radares –justamente por volar tan bajo como su coraje les permitiera– y anunciados sólo por el estrépito de sus turbinas, se lanzaban contra las poderosas y sofisticadas naves que hacían de escudo al desembarco de las tropas.

Pero no se lanzaban como kamikazes, suicidas. Defendían su patria, la nuestra, con el mandato religioso de defender sus propias vidas.

Y todo sucedía en escasos segundos; porque el combustible les alcanzaba apenas para llegar, identificar un blanco, arrojar sus bombas con la mayor precisión posible y regresar rumbo a sus bases de la Patagonia. Y durante sus históricas misiones, literalmente les daban con todo.

“Te tiraban con misiles desde los buques y desde tierra, te tiraban con los cañones pesados de los barcos y con ametralladoras pesadas desde la costa. Un día, un regimiento entero apuntó todos los fusiles portátiles 45 grados hacia adelante y apretaron el gatillo al mismo tiempo creando una lluvia, una pared de fuego que debimos atravesar”.

Se lo cuenta a Día a Día el propio Carballo, que vive en Córdoba, que durante la guerra tenía 35 años y hoy está próximo a cumplir 70.

25 DE MAYO. Los reportes de la época indican que aquel martes amaneció con buenas condiciones climáticas.

Las necesarias para que la aviación argentina pudiera cumplir con sus misiones, en un día por demás significativo.

“Me vestí ese 25 de mayo lentamente; el equipo de un piloto de combate se parece mucho al de un caballero andante y también es pesado”, describe Carballo.

“Desayuné y me dirigí al ‘submarino’; le llamábamos así a un corredor muy largo con oficinas a los costados. Y grité ‘¡Atención!’. Había gente con muchas más tiras que las mías que me miraban sorprendidos. ‘¡Viva la Patria!’, dije.

Y todos respondieron con un ‘¡Viva!’. Cuando entré a la sala de pilotos, expresé ‘ojalá que podamos festejar el día de la Patria como corresponde’. Así fue”.

El ataque. Durante esa histórica jornada, el Grupo 5 de Caza, que operaba con aviones Skyhawk desde Río Gallegos, atacó con dos pares de aviones y al norte de la isla Gran Malvina al denominado por los británicos “22-42 Combo”.

Era la dupla formada por el destructor Coventry –tipo 42 y una de las por entonces más modernas naves de la flota británica– y la fragata Broadsword, de clase 22, que navegaba a un kilómetro del barco mayor escudándolo.

Primero, una de las bombas de 454 kilos arrojadas por Carballo, que volaba junto al teniente Carlos Alfredo Rinke, dañó seriamente a la Broadsword, que terminaría siendo remolcada a Gran Bretaña para su reparación.

Un minuto y medio después, bombas similares lanzadas por el primer teniente Mariano Ángel Velasco, que volaba a la par del alférez Jorge Nelson Barrionuevo, dieron de lleno en el Coventry, que en 20 minutos fue totalmente abandonado antes de que se hundiera. “¡Viva la Patria, carajo!, exclamé cuando decidí lanzar mis bombas”, recuerda Carballo. “¡Aprendan, gringos de m...!”.

Lo recuerda como si hubiese sido ayer. Iban a 900 km/h y con el corazón a mil. “Instantes después, escuché por radio a Velasco tirar un emocionante sapucai”, agrega.

Ese mismo día, la aviación de la Armada Argentina, con los Super Etendard armados con misiles Exocet AM-39, hundió el porta contendores Atlantic Conveyor, que significó la pérdida de valiosos helicópteros Chinook de transporte de tropas, entre otro material.

Apenas unas horas antes, los aviones Sea Harrier que también cargaba habían sido llevados a los portaaviones ingleses para reemplazar a los que ya se habían perdido en combate.

–¿Qué le puede decir a los más jóvenes sobre qué es la Patria?

–La Patria es aquello que nos pertenece, amamos; y por ella, somos capaces de dar la vida. La Patria es nuestro Dios, nuestra tierra, nuestros padres, nuestra familia, nuestros amigos, nuestras costumbres, nuestro sentido de amistad. A los jóvenes, especialmente, les diría que viven en uno de los países más maravillosos de la Tierra. Los argentinos estamos vivos; nos reímos, nos enojamos, nos peleamos, gritamos, mateamos, somos caritativos; en medio de nuestras miserias, nos atrevemos a luchar y somos insolentes. En medio de un mundo que solo lucha por intereses, nos atrevimos a luchar por amor y por ideales; por eso, lo que hicimos durante la guerra de Malvinas al mismo Mundo le resultó increíble. Le asombró que un puñado de hombres, con aviones viejos pero muy nobles y el corazón argentino, desafiara a la tercera flota del planeta en ese momento; por supuesto, con el apoyo de nuestro Ejército, de la Armada, las Fuerzas de Seguridad y todo el pueblo argentino.

–¿Qué quisiera transmitirle a los maestros y profesores acerca de lo que fue la guerra?

–Que no enseñen que la guerra por nuestras Malvinas fue algo desgraciado ni en vano. Nunca es desgraciado defender lo que se ama; y menos aún, si se busca integrar la Patria, mutilada por esa Gran Bretaña soberbia que en su historia llegó a apoderarse de 90 territorios del mundo, casi la mitad de los conocidos entonces, para luego inventar algún derecho soberano y quitarle a sus legítimos poseedores lo que les pertenece.

–Las Malvinas son argentinas.

–Todo el mundo sabe que las Malvinas son argentinas. Incluso, los británicos. Ahora, de la justicia del mundo y de lo que hagamos los argentinos, depende. A través de la paz, siempre, pero sin dudarlo. Como Mandela o Ghandi.