En estos últimos días, y a raíz de las declaraciones de Florencia Peña en cuanto a su relación de pareja, ha surgido un debate en la sociedad: ¿amor de dos en pareja o poliamor?
"Es una construcción llena de amor y abierta" dijo la actriz. "Lo que Ramiro hizo está consensuado, me hubiera gustado no tener que escuchar audios íntimos. Yo no creo en la monogamia, pero sí en formar una pareja desde el amor absoluto; lo último que quiero es que él esté en este punto, y si él pidió que no se filtraran los chats, fue porque sabía que me dañarían, pero yo ya sabía de la existencia", concluyó, cerrando el debate.
En cambio, la conductora Cristina Perez sostuvo, tajante: "no puedo amar a dos hombres al mismo tiempo. Me parece triste, deprimente. Porque si la pareja no va, ¡dejalo!", disparó la conductora de Confesiones y agregó: "es el cuerno blanqueado. Lo que tendría que pasar es que tuviéramos los cojones para decir que la relación no va, ¡no va!", aclaró.
Unos y otros se alinearon en algunas de estas dos posturas, pero en realidad, ¿de qué hablamos cuando nombramos al poliamor?
Hasta hace pocos años las relaciones de pareja han estado dominadas por una concepción muy específica sobre lo que es el amor: el amor romántico. Esta idea de afectividad transforma el amor en algo que es compartido en exclusiva por dos personas, las cuales tienen un trato íntimo entre sí que no utilizan con los demás, y también está relacionado con la concepción moderna del amor platónico en el que se idealiza a la pareja.
Sin embargo, en los países occidentales está echando raíces otra forma de entender las relaciones amorosas: el poliamor. El término poliamor fue acuñado por Morning Glory Zell-Ravenheart en el año 1990 y desde entonces se ha ido haciendo popular, como idea y como filosofía de vida, en muchos países occidentales.
En términos generales, el poliamor es la tendencia, preferencia o hábito de relacionarse amorosamente con más de una persona a la vez y en un contexto en el que todas las personas involucradas son conscientes de esta situación. El poliamor, por tanto, no tiene a la pareja como unidad fundamental en la que las personas intercambian conductas afectivas e íntimas, y eso no significa que se estén cometiendo infidelidades.
Por otro lado, hay muchas maneras de vivir el poliamor, y el hecho de que más de dos personas puedan participar en una relación poliamorosa no hace sino ampliar el número de posibilidades. De hecho, como el poliamor es una manera de gestionar la afectividad y no necesariamente el sexo, puede ocurrir que todas las personas que participan en un grupo de poliamor tengan distintas orientaciones sexuales o simplemente no tengan sexo; y también puede pasar que algunas sí tengan relaciones íntimas de este tipo y otras no.
Además, el poliamor es un modo de relación que se mantiene en el tiempo y que no se limita a un periodo corto, de minutos u horas, tal y como podría pasar en los intercambios de pareja esporádicos o swinging. Las relaciones poliamorosas lo son porque, en sí mismas, nos hablan sobre la naturaleza de la relación afectiva que tienen varias personas entre sí.
A la vez, el poliamor no tiene por qué basarse en relaciones formalizadas tal y como ocurre en los matrimonios. Se distingue de la poligamia en que este último, además de ceñirse solo a casos donde se ha producido matrimonio, consiste en la unión entre un hombre y muchas mujeres o una mujer y muchos hombres.
La existencia de límites difusos de lo que puede hacerse y puede no hacerse en una relación poliamorosa ha hecho que, en ocasiones, se conozca a este tipo de afectividad simplemente como no-monogamia. Esto permite cubrir un abanico de tipos de relaciones muy amplio, que no encorseta las diferentes maneras de vivir el poliamor.
En cuanto al perfil de las personas que se decantan más por las relaciones poliamorosas, un estudio realizado por Loving More (una organización de apoyo al amor libre) en el que participaron más de 4.000 practicantes de poliamor mostró que el 49,5% de los participantes era de género femenino, 35,4% de género masculino, y el 15,1% correspondía a personas identificadas como de género no binario o genderqueer.
Por los datos disponibles no hay motivos para pensar que los problemas que viven las parejas y los matrimonios tradicionales desaparezcan en las relaciones de poliamor. Aunque los diferentes tipos de poliamor queden muy bien definidos sobre el papel, a menudo resulta difícil ver reflejada en la realidad la naturaleza de las relaciones que supuestamente deberían mantenerse.
Queda mucho por debatir. El poliamor puede ser muchas cosas, desde una serie de cambios superficiales aplicados en las relaciones de pareja de siempre hasta un cuestionamiento profundo de las convenciones sociales, el matrimonio y el modo en el que los estados del mundo se relacionan con este.
Esto genera muchas discusiones en la sociología, la antropología y, por supuesto, la psicología, y a medida que se vaya profundizando en el estudio de este fenómeno irán quedando patente posiciones enfrentadas, y diferentes teorías acerca de lo que es el poliamor.
Los partidarios del papel del entorno y el aprendizaje seguirán defendiendo la idea de que el poliamor es una evidencia más de nuestra capacidad prácticamente infinita de inventarnos nuevas maneras de relacionarnos y reinventar la afectividad sin estar limitados por nuestro pasado evolutivo. Por el momento, sólo queda pensar que en las relaciones humanas, lo importante es sentirse cómodos con la opción que elegimos.